El Apóstol Pablo dijo- “ Pues todos hemos pecado; nadie puede alcanzar la meta gloriosa establecida por Dios. Sin embargo, en su gracia, Dios gratuitamente nos hace justos a sus ojos por medio de Cristo Jesús, quien nos liberó del castigo de nuestros pecados.” (Romanos 3:23-24)
Como humanos, estamos inclinados a cometer errores, arruinar las cosas, y también a causar caos de manera regular. Hasta ahora, en nuestros devocionales, hemos hablado acerca de la necesidad de y el proceso de “limpiarnos” con el Señor. Sin embargo, una vez que hemos pedido su perdón, necesitamos estar listos y dispuestos para aceptar su perdón también.
Cuando confesamos nuestros pecados y pedimos su perdón, Dios nos perdona instantáneamente. Él no nos hace esperar. No nos hace sufrir. Esto puede ser difícil de entender porque a veces nos pasa que tenemos que lidiar con otros, pero el Señor no nos trata como el mundo lo hace. Él nos perdona libremente y borra nuestros pecados. Y aunque nunca pudiéramos ganar su perdón, Él nos perdona por completo y borra todo lo que hemos hecho.
El aceptar el perdón de Dios es visto a través de las escrituras. El Rey David escribe, “Pues su amor inagotable hacia los que le temen es tan inmenso como la altura de los cielos sobre la tierra. Llevó nuestros pecados tan lejos de nosotros como está el oriente del occidente.” (Salmos 103:11-12) El profeta Miqueas escribe, “Volverás a tener compasión de nosotros. ¡Aplastarás nuestros pecados bajo tus pies y los arrojarás a las profundidades del océano!” (Miqueas 7:19) El Apóstol Pedro predicó “Ahora pues, arrepiéntanse de sus pecados y vuelvan a Dios para que sus pecados sean borrados.” (Hechos 3:19) y el Apóstol Juan escribió, “ Pero si confesamos nuestros pecados a Dios, él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.” (1 Juan 1:9)
Si el Señor es tan dispuesto y capaz de perdonarnos, entonces deberíamos poder perdonarnos nosotros mismos. El Apóstol Pablo escribe una vez más, “Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús.” (Romanos 8:1) A veces, le ofrecemos el perdón a otros sin embargo no nos perdonamos a nosotros mismos. Servimos a un Dios quien nos grita diciendo “Ya te has culpado lo suficiente. Es tiempo de seguir adelante. Te he perdonado y quiero que te perdones tu también. Si no lo haces, estas rechazando aceptar mi perdón y estas escogiendo vivir en el pasado. Quiero darte un mejor futuro, pero necesitas perdonarte para que puedas vivir en él.”
Actividad de seguimiento- Invierte algunos minutos repasando tu inventario moral personal, agregando notas o elementos por los cuales necesitas pedir perdón del Señor. Luego en tu diario o en un papel, escribe una oración al Señor, confesando los elementos que notaste mientras revisabas tu inventario y pídele que te ayude a aceptar su perdón. Si estas guiando a tu familia durante este tiempo devocional, dialoga con ellos acerca de lo que significa aceptar el perdón del Señor y luego guíalos a completar el ejercicio de arriba.
Oración para hoy- Señor, gracias por el perdón de mis pecados. Por favor, ayúdame a poder perdóname también. En el nombre de Jesús, Amén.