El Apóstol Pablo-No se dejen engañar: nadie puede burlarse de la justicia de Dios. Siempre se cosecha lo que se siembra. Los que viven solo para satisfacer los deseos de su propia naturaleza pecaminosa cosecharán, de esa naturaleza, destrucción y muerte; pero los que viven para agradar al Espíritu, del Espíritu, cosecharán vida eterna.(Gálatas 6:7-8)

Se dice a menudo que una cosa lleva a la otra, sea mala o sea Buena. En otras palabras, lo que sembremos también cosecharemos. Esto también resulta verdad cuando nos dejamos llevar de nuestra naturaleza pecaminosa. 

Ceder ante nuestra naturaleza pecaminosa trae desanimo a nuestras vidas. Primero, pareciera como frustración en nuestras vidas cuando viene un problema sobre otro. Nos libramos de un inconveniente solo para ver como otro se aparece en nuestras vidas. Tratamos con una compulsión solo para ver otra revelada. Trabajamos en una relación disfuncional solo para encontrarnos en otra. El Apóstol Pablo escribe “He descubierto el siguiente principio de vida: que cuando quiero hacer lo que es correcto, no puedo evitar hacer lo que está mal… pero hay otro poder dentro de mí que está en guerra con mi mente. Ese poder me esclaviza al pecado que todavía está dentro de mí.” (Romanos 7:21, 23). En Segundo lugar, el desánimo aparece en nuestras vidas como fatiga. El Salmista entendía esto cuando escribió, “Día y noche tu mano de disciplina pesaba sobre mí; mi fuerza se evaporó como agua al calor del verano. Finalmente te confesé todos mis pecados y ya no intenté ocultar mi culpa. Me dije: «Le confesaré mis rebeliones al Señor”, ¡y tú me perdonaste! Toda mi culpa desapareció.” (Salmos 32:4-5) Finalmente, el desánimo aparece como fracaso en nuestras vidas. El Rey Salomón escribe, “Los que encubren sus pecados no prosperarán,
pero si los confiesan y los abandonan, recibirán misericordia.” (Proverbios 28:13) 

Ceder ante nuestra naturaleza pecaminosa trae devastación a nuestras vidas. Las devastaciones no son vistas como algo malo que nos pasa, sino más bien como algo bueno que nuestra naturaleza pecaminosa previene que pase en nuestras vidas. Primero, cuando cedemos a nuestra naturaleza pecaminosa, nos perdemos de experimentar la victoria en nuestras vidas. El Apóstol Pablo escribe, Por lo tanto, permitir que la naturaleza pecaminosa les controle la mente lleva a la muerte. Pero permitir que el Espíritu les controle la mente lleva a la vida y a la paz.” (Romanos 8:6) y “No se dejen engañar: nadie puede burlarse de la justicia de Dios. Siempre se cosecha lo que se siembra.(Gálatas 6:7) Segundo, cuando cedemos a nuestra naturaleza pecaminosa, nos perdemos de experimentar los beneficios del reino de Dios. Una vez más, Pablo escribe, “Permítanme repetirles lo que les dije antes: cualquiera que lleve esa clase de vida no heredará el reino de Dios.” (Gálatas 5:21) Finalmente, cuando cedemos a nuestra naturaleza pecaminosa, nos perdemos experimentar una vida abundante. Jesús dijo, “El propósito del ladrón es robar y matar y destruir; mi propósito es darles una vida plena y abundante.”  (Juan 10:10) Nadie quiere realmente ceder a su naturaleza pecaminosa. Nadie quiere perder la oportunidad el vivir una vida rica y satisfactoria, ya que Jesús vino especialmente a ofrecérnosla. En el devocional de mañana, nos enfocaremos en cómo podemos superar nuestras luchas con nuestra naturaleza pecaminosa. 

Actividad de seguimiento- Ora y pídele al Señor que te muestro como has cedido a tus deseos pecaminosos. Pídele que te guie para que puedas tener la victoria en tu vida. Si estas guiando a tu familia durante este devocional dialoga con ellos acerca del impacto negativo que trae el pecado a nuestras vidas y luego guíalos a completar el ejercicio individual de arriba. 

Oración para hoy- Señor, perdóname porque he cedido a mis deseos pecaminosos. Ayúdame a tener una victoria espiritual en mi vida. En el nombre de Jesús, Amén.

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