“Una vez, Jesús estaba orando en cierto lugar. Cuando terminó, uno de sus discípulos se le acercó y le dijo:
—Señor, enséñanos a orar, así como Juan les enseñó a sus discípulos.” (Lucas 11:1)
En el devocional de ayer, leímos que Daniel oraba de rodillas en su habitación con su ventana abierta hacia Jerusalén. El oraba en dirección hacia esa ciudad porque era conocida como la ciudad de Dios. No hay dudas de que Daniel encontraba consuelo y fortaleza al mirar y orar hacia esa dirección. En la Biblia, vemos diferentes tipos de personas orándole al Señor desde diferentes lugares. Jonás oró desde el vientre de un pez. Pedro oró desde el techo de una casa. Ezequías oró desde su lecho de aflicción. Agar oró desde el desierto. Pablo y Silas oraron mientras estaban encadenados en prisión. La mayoría de estos lugares de oración eran lugares donde se clamaban oraciones de emergencia pidiendo ayuda.
La oración no debe estar confinada a un lugar, pero puede ayudar a nuestra vida de oración si escogemos un lugar definitivo en el que nos podamos encontrar con Dios diariamente. En el Nuevo Testamento, muchos creyentes judíos tenían una habitación especial, como un balcón o un lugar en el techo de sus hogares que usaban para orar. No hay duda de que estaban convencidos de la importancia de la oración privada. De una manera similar, cada cristiano hoy necesita tener un lugar especial para orar que invite al encuentro con Dios. Aun Jesús necesitaba tiempo a solas con su Padre Celestial y encontraba lugares especiales para sus oraciones. La Biblia nos dice que El oró en el desierto (Mateo 4:1-2), El oró en la cima de los montes (Lucas 6:12); El oró en lugares solitarios (Mateo 14:13); y oró en el Jardín de Getsemaní en el Monte de los Olivos (Lucas 22:39)
Joel Comiskey, en su libro Crece, escribe, “Así como Jesús dejo el ruido de la multitud para buscar al Padre, te urjo a dejar atrás (lo más que puedas) el ruido del trabajo, del ministerio y la familia para que puedas buscar de Dios. No podemos esperar entrar en la santa presencia de Dios si estamos sentados en la TV, siendo interrumpidos por llamadas telefónicas o manejando en el carro de camino al trabajo.” Cuando sus discípulos le pidieron al Señor que les enseñar a orar, Jesús les dijo, “Pero tú, cuando ores, apártate a solas, cierra la puerta detrás de ti y ora a tu Padre en privado. Entonces, tu Padre, quien todo lo ve, te recompensará.” (Mateo 6:6) Un lugar especial de oración bloquea las distracciones y nos ayuda a concentrarnos en el Señor. La palabra en griego que Jesús usa para “habitación” es tameon. Se refiere a la habitación en el templo donde el tesoro era guardado. Cuando entramos a ese lugar y buscamos del Señor, Él nos revela sus riquezas y nos llena de su espíritu.
Actividad de seguimiento- Piensa en todos los lugares que tienes disponibles para orar. ¿Hay alguno que se destaca como un lugar libre de distracciones donde puedes ser libre de adorar al Señor? De ser así, ¡qué bueno! Si no, haz una lista de tres lugares potenciales. Si estás guiando a tu familia a través de este devocional, insta a cada miembro a seleccionar su propio lugar privado de oración donde puedan buscar al Señor sin distracciones.
Oración para hoy- Señor, ayúdame a encontrar lugares sin distracciones donde pueda encontrarme contigo regularmente. En el nombre de Jesús, Amén.